El lobo ha dejado de habitar el territorio que una vez formó parte de sus dominios y es sólo a través de sus contornos que podemos acercarnos a él; ruinas de trampas para lobos, orina de depredador importada de EEUU, un muladar para alimentar aves carroñeras y arqueros que disparan a réplicas de animales. Reserve construye un relato sobre el frágil equilibrio de un territorio tras la desaparición del depredador, donde la compleja coexistencia entre humanos y no-humanos presenta un ecosistema marcadamente antropogénico.
Nota
Los humanos crecemos y nos expandimos cada vez más y, con nosotros, nuestras infraestructuras. Esto implica que las zonas urbanas son cada vez más grandes y en muchas ocasiones, se tocan y se juntan entre sí. Somos plaga y somos efecto borde. Todo lo que queda más allá se va convirtiendo en un reducto, una isla rodeada por un océano humano. En mi trabajo hay siempre un cuestionamiento y una actualización de la noción de naturaleza, y en este caso la reserva era un lugar desde el que hacer tambalear de nuevo este concepto.