Edición #07
30 SEP9 OCT·2011
PROGRAMACIÓN x Secciones
Manifiesto
FICIFF: El festival del séptimo año
El número siete siempre es significativo. Nunca falta el que se pone bíblico y recuerda los siete días que llevó crear al mundo. Otros recuerdan las siete notas musicales, los colores del arco iris o la siete vidas de los gatos. Agreguemos al listado de sietes al FICIFF del 2011. Celebración particular para quienes lo conocimos en sus inicios de FestiFreak, luego FICIFF, con su pronunciación de cañita voladora, que evoca trayectorias fulgurantes y de efectos impredecibles. Desde La Plata, iluminando la noche oscura de la entropía audiovisual, incitando numerosos fuegos cinéfilos con sus funciones y eventos, el festival crece año a año. La idea es la de reavivar esa llama que se sostiene cuando algunos sujetos de cuidado, de esos no muchos a los que les importa el cine, y que viven obsesionados por ampliar el círculo, programan cierto tiempo y espacio y se disponen a compartirlo con la mayor intensidad. No por conocida la relación es menos cierta: los festivales son una fiesta prolongada. Organizadores, espectadores, todos son aquí celebradores de un ritual de revitalización cinematográfica. Hay en estos días un sismógrafo de tendencias y muchas pistas de lo que es preciso rescatar de las ruidosas maquinarias que no dejan de fabricar más de lo mismo, ese puré audiovisual que amenaza empastar todo. No son muchos los festivales que piensan el cine, como éste, y que permiten felices encuentros entre esos inadaptados que se mantienen reacios a una reducción a la domesticación y al consumo de imágenes, reconociéndose tanto en las imágenes proyectadas como en las miradas y diálogos que se intercambian en cada una de las salas y sus alrededores. El FICIFF propone, una vez más, encontrarnos con ese cine que demuestra que uno no lo ha visto todo. Abre un ámbito creador de situaciones que dejan sospechar que en cada función acechará la posibilidad de comprobar que la vida no va por un lado y el cine por otro. La cuestión crucial consiste en sostener al cine como una poderosa forma de vida, que se afirma en el mismo acto de compartirla.
Eduardo A. Russo
Invitarlos una vez más a salirse de trayecto diario, cortar parte del día para ver una película o directamente internase -hasta perderse- dentro del festival. Ingresar en esa especie de tiempo paralelo, intentar vivir instantes en otros universos. Celebrar el encuentro con amigos y desconocidos. Ver realizadores nuevos, clásicos, experimentales. En las pantallas veremos premios de Cannes, el cine argentino más renovador. Films largos, cortos en competencia en blanco y negro a todo color. Esforzadas producciones locales. También músicos tocando sobre una película muda, actores declamando textos fuera de la pantalla. Formatos de toda clase, directores perdidos por las diagonales, trabajos de estudiantes, artistas invitados, seminarios que se continúan por las calles, en cafés y restaurants. Diez días compartiendo películas de todo el mundo en La Plata. Repentinamente estar en una ciudad-locación plagada de eventos y con efectos especiales: hay un campo de flores sobre la avenida, la nave espacial cruza el cielo, un zombie se hamaca en la plaza San Martín, tres chicas planean algo bajo una luz anaranjada de un bar, unos empleados montan edificios de cartón. No se requieren conocimientos específicos para disfrutar del cine y mucho menos, de un festival. Podrán sumergirse en esta ciudad y tiempos inventados todos los que alguna vez hayan experimentado, en el preciso momento en que se apagan las luces de la sala, ese misterio frente a lo que está por venir.
Grupo Freak