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Manifiesto

Empieza el Freak, y para estar a la moda (retro), lo hace bajo el signo de una gran cita de género ochentosa: “Retroceder nunca, rendirse jamás”. Esta 3º edición del Festival Internacional de Cine Independiente FestiFreak [FICIFF: ¡hay que tener acrónimo, ahora!) es el resultado de un trabajo planeado a largo plazo que se convirtió en el principal evento de cine de la ciudad. Si no es fácil ni para los grandes, imaginen para un festival chico, que, a la Buster Keaton, tiene que poner cara de serio para colarse en el calendario. Pero construyendo día a día, con respeto por los realizadores, por el público, escuchando a los que saben y a los que tienen experiencia, todo es posible. Dicen que el crecimiento se ve en el tiempo, y al Freak, lanzados a la metáfora, lo vemos crecer como una sólida tela de Hombre Araña, cada vez más aferrada a las paredes de un hermoso edificio antiguo (medio bastardeado por el tiempo y la desidia, pero aún hermoso). A lo largo de estos tres años, el Festi ha sido reconocido por el nivel de su programación, sus invitados, su competencia [cada año se suman cantidad y calidad de cortos de procedencias diversas, poniendo en aprietos al honorable jurado), pero, sobre todo, por su espíritu. Un espíritu apasionado, entusiasta, obstinado. Que es nuestro mayor capital, porque muchos festivales con más presupuesto, publicidad, figuras y demás, son apenas un espectáculo sin alma, un evento para hacer número en el cronograma cultural. De lo que se trata, como siempre -¡pero más que siempre!-, es de hacer visible Lo invisible, mostrar lo que nunca llegaría a La Plata, estrenar todo lo que se pueda, volver sobre autores olvidados, descubrir a los nuevos, de aquí, de allá y de todas partes. El camino que elegimos es uno de exploración, de sorpresas y obstáculos, de ensayo y error: de riesgos. Y de placer, claro: ver muchas películas, escuchar bandas nuevas, hacer una fiesta, divertirnos. Fortalecer el espíritu nuestro y el de toda la ciudad, invadirla con este monstruo creado entre todos. De eso se trata, y no es poco.

FREAKS PERO CUMPLIDORES

Hace diez años no había festivales de cine en la Argentina o casi no había. Hoy deben ser más de treinta entre una cosa y otra. Decaída en ese lapso la capacidad de las salas de estreno para producir excitación estética, en los festivales se juega el futuro de la cultura cinematográfica como la conocemos: las otras alternativas, el DVD y la Internet (legales o ilegales) no son actividades gregarias. Hay muchas maneras de clasificar los festivales. Una es por el tamaño. Por un lado, están los grandes: Bafici, Mar del Plata; por el otro, los chicos. La mayoría de estos últimos es irrelevante para la cinefilia: son burocráticos, no tienen un equipo de programación, carecen de una personalidad definida. Son instrumentos de propaganda de instituciones o funcionarios a los que el cine tiene sin cuidado. Una minoría hace un trabajo digno, importante para el espectador, para su ciudad y para la comunidad del cine. El FestiFreak, a diferencia de sus contrapartes despistadas, sabe bien lo que quiere. Su diversidad no es la de la arbitrariedad ni la de la ignorancia, sino la de la apertura mental, la curiosidad, la búsqueda, el placer por descubrirle al espectador lo que oculta la monótona exhibición cinematográfica regular. Grandes y chicos, inspiradores o deprimentes, todos los festivales tienen un presupuesto. El Festifrak poarece ser la excepcion: su presupuesto es casi virtual. Eso lo distingue de sus pares. Pero también se distingue por la amplitud, la pertinencia y la calidad de su programa. También por el entusiasmo, la frescura y la originalidad de su estilo. Es un festival auténticamente freak: surge de la chifladura y el amor al cine de sus responsables y se mantiene casi exclusivamente de esas virtudes. El resultado es admirable y revela una extraordinaria proporción entre eficacia y dinero. El trabajo de los freaks no se agota en las fechas del festival, sino que se extiende a una programación anual. Como resultado, La Plata figura en el mapa cinematográfico. Por eso y contra sus limitaciones, el FestiFreak crece y esta tercera edición es una prueba de su solidez. ¿Se imaginan lo que podrían hacer los freaks con una ayuda económica seria?

 

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