La historia es sencilla: Nancy, una estudiante campesina de abogacía, se ve obligada a volver a su pueblo natal a cuidar a su padre víctima de un accidente cerebrovascular. Bajo la presión de quienes se dicen dueños de sus tierras, Nancy tiene que tomar una decisión sobre el futuro de las tierras y el suyo propio. El día a día de Nancy y su padre es construido con delicadeza: la preocupación por el futuro se mastica lentamente; el cariño se expresa a través de una rutina de cuidados. Los quiebres son sutiles: un breve rapto de violencia, un llanto casi avergonzado. El resto es la calma, acompañada de una fotografía en blanco y negro que transmite aplomo y opacidad. ¿Cuánto coraje se necesita para romper un círculo que parece inagotable?
Nota
La calma es una película independiente que nace de la necesidad de contar dos realidades latinoamericanas que a veces están relacionadas: la problemática campesina y el reconocimiento de la tierra de quienes la trabajan ancestralmente, y la de los estudiantes que viajan a estudiar a la ciudad mientras trabajan para poder subsistir.