Una voz que dice ser de un hipopótamo. Una voz que no entiende la percepción estructural del tiempo. Una voz que, desde el trance, recorre los lenguajes de un hecho histórico. “¿Es eso que sale de mi boca mi sonido?”. O, específicamente, ¿qué es una boca? Lo único que sabe con certeza es que está muerto. El primer y último hipopótamo asesinado en las Américas. Entre encuentros y desencuentros, epifanías y tristezas, llegamos a un mundo lleno de historias, imágenes y sonidos que narran, de manera seria y juguetona, la oralidad abrumadora de seres que, como Pepe, murieron sin haber sabido nunca dónde estaban realmente.
Nota
La premisa de Pepe, la historia de un ser que parte en busca de algo que no existe y muere en un lugar sin saber nunca dónde estuvo, es un sello a lo largo de nuestras historias. Un primer colonizador que llega por error, innumerables seres vivos que son desterrados para ser llevados a tierras desconocidas. En este ejercicio de producción de imaginación, me reencuentro con una oralidad reveladora. Eso que muchas veces lleva los signos de nuestra utopía, la única que nos permite pensar en nuevos futuros políticos.
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