No existen treinta y seis maneras de mostrar a un hombre que se sube a un caballo
Alguna vez el director norteamericano Raoul Walsh dijo: “No existen treinta y seis maneras de demostrar a un hombre que se sube a un caballo”. Una declaración de principios que establece la forma del lenguaje clásico. Como escribe Edgardo Cozarinsky, el cineasta clásico sabe que hay más de treinta y seis, pero nos hará creer que la que estamos viendo, es la única posible.
Un profesor de cine argentino comienza una investigación en torno al origen de esta frase, sin darse cuenta que su obsesión lo llevará a meterse en un laberinto de cinefilia conformado por detectives perdidos en el lejano oeste. Una película sobre el cine, pero también sobre sus reglas, sus posibilidades y resistencias.
Nota
Raoul Walsh fue considerado el cineasta más “transparente” en la Historia del cine. Esto generó que muchos dudaran de su estilo, debido a una puesta en escena que nunca intentaba ponerse por arriba de aquello que pretendía narrar. Un cineasta de la aventura, su vida también lo fue. Comenzó su carrera como actor hasta que perdió el ojo derecho cuando estaba a punto de dirigir el primer western sonoro, descubrió a John Wayne, recorrió México con Pancho Villa,sufrió un naufragio y domó caballos salvajes. Una vez dijo: “No existen treinta y seis maneras de mostrar a un hombre que se sube a un caballo”.