Fernando Martín Peña, coleccionista voraz desde su infancia, personaje central de la cinefilia argentina, Peña recolecta lo que otros tiran o abandonan y lo guarda en su casa, casi el único refugio posible para ese material: pese a décadas de luchas y reclamos, Argentina no posee institución oficial que se encargue de la conservación de su cine. La Vida a Oscuras es una aproximación a su figura. Es también una película sobre el cine, sobre un movimiento trascendental en su historia, sobre sus espacios y sus rituales, sobre la fascinación que nos produce esa luz proyectada, sentados junto a un grupo de desconocidos, en una sala a oscuras.
Nota
Conocí a Peña en 1991. Yo acababa de llegar a Buenos Aires para estudiar cine. Él tenía apenas tres o cuatro años más que yo, pero parecía haber visto ya todo el cine del mundo de todas las épocas y conservarlo intacto en su memoria, incorporando además un conocimiento enciclopédico sobre sus condiciones de producción. Atrapado yo también por la pulsión cinéfila, fue natural comenzar a ir a las funciones que programaba. Nadie me ha regalado tantas horas felices en una sala de cine como él. Siento que lo que él hace pertenece al cine. Y que el cine tiene que dar testimonio de su trabajo.