Los jóvenes armenios son llamados para el servicio militar obligatorio y hacen sorteos para designarse las tareas. En una base militar en Nagorno-Karabakh, en el límite con Azerbaijan, los muchachos reclutas entrenan, fuman, duermen, comen y casi parecen estar esperando una guerra para regresar a casa. Un día, uno de ellos se va y comienza a soñar.
Nota
Conocí a Vahag en el verano del 2018, unos días antes de que partiera para el servicio militar obligatorio. Un año después, lo volví a ver en la base militar en Nagorno-Karabakh, a los pies de una montaña árida, a unos kilómetros de la primera fila. Durante un permiso en el que Vahag podía encontrarse con su familia, su hermano y amigos, en las montañas de su infancia, filmé su escape mental. El llamado a la guerra le impide soñar- “desde que estoy en el ejército, ya no sueño” dice-. Esta película es un descubrimiento en territorio desconocido a través de la vida militar diaria de hombres jóvenes que, arrullados por los recuerdos de una guerra que sus padres y abuelos vivieron, ya no duermen, forzados a prepararse para luchar contra “el enemigo”. En septiembre de 2020, se desató nuevamente la guerra entre la República de Nagorno-Karabakh y Azerbaijan y duró un mes y catorce días. Vahag recién había regresado a su casa pero cientos de jóvenes reclutas, soldados y reservistas murieron. Luego de la guerra, las palabras de Vahag parecieron más verdaderas que nunca.