“Querida Marisa, ahora nos separa un planeta entero. 17.900 kilómetros para ser exactos. En este umbral del paraíso, sólo hay una cosa que puedo hacer. Esperar. Y por fin, la Felicidad Suprema nos encontrará, cariño”.
Un cine-diario y un ejercicio de memoria sobre un futuro tan remoto como salvaje. Conversaciones y correspondencia sirven de puente entre los últimos momentos de mi país y el paso a uno nuevo, con sentimientos, recuerdos y deseos que quedan atrás. Una mirada con imágenes familiares y otras que resultan con un efecto casi sobrenatural. Lo que muere y lo que permanece, de forma directa o más abstracta.