Nunca conocí a mi abuela, pero ahora vivo en la que fuera su casa. Una pared vacía, el pomo de una puerta, un grifo que gotea. Mientras rastreo la memoria de sus objetos, la voz de mi madre invoca un pasado agrietado. En mi memoria encuentro el rastro imaginario de mi abuela, lo sigo. Filmo. Mientras conversamos, cada estancia de la casa nos devuelve algo que no sabíamos que se había perdido. Poco a poco, y sin darnos cuenta, un relato que era nuestro deja de pertenecernos.