Una meditación trascendental sobre árboles marchitos que luchan por renacer. Un vistazo fugaz a los sucesos aparentemente triviales de la vida diaria. Un puro éxtasis de intimidad física visto a través de películas de celuloide, en las que la vida de la emulsión está decayendo. Devolver imágenes que tienen las formas a lo informe, en la fragilidad física del medio cinematográfico, permite al espectador confrontar con una percepción alucinatoria de la materia en un estado de continua creación y disolución. A través de la evocación de la tensión entre fugacidad y continuidad, la película despliega la dialéctica de destrucción y metamorfosis.