Como fuente de esta desgarradora obra silenciosa, Jacobs utiliza una estereografía victoriana de esclavos recogiendo algodón bajo la atenta mirada de un supervisor blanco. Mediante la manipulación digital, Jacobs crea una inquietante ilusión de profundidad y movimiento. Es como si hubiera “entrado” en la imagen y reactivado este momento histórico; se mueve entre las figuras y aísla a los individuos, creando un efecto de tartamudeo y pulsación que sugiere movimiento, incluso cuando anima la quietud.