A ritmo rabioso discurren centenares de imágenes que trazan una reflexión sobre la experiencia de no poder ver el mundo con una percepción profunda. Compuesta por microeventos de videos que circulan por Internet, la narrativa abstracta se despliega a través de una forma de aceleramiento que remite al trance y a la música minimalista. Aparentemente no hay rima, razón o contexto para la interminable cabalgata de imágenes. Se trata de un deseo sin fundamento, mezclado con la inexorable entropía de nuestras sociedades. En su caleidoscópica película experimental, navega por estos dos espacios mientras elogia y critica a la vez un mundo que se ahoga en una sobrecarga de información.