zona liberada 35mm

venecia rojo shocking

La densidad de un acuario

Por Ezequiel Iván Duarte

Las aguas bajan turbias en Don’t Look Now de Nicolas Roeg. Más que el rojo shocking de su título argentino (aunque es cierto que las apariciones esporádicas de ese color en la película impresionan, no hay otro que se muestre con esa vitalidad y violencia entre tantos tonos lavados de gris y beige), es la presencia del agua estancada la que hunde a la obra en una fatalidad quieta, calma.

Llueve sobre la casa en la campiña del restaurador John Baxter y su esposa Laura. Cuando la lluvia cesa, su hija pequeña, Christine, juega en el barro y el pasto, junto a un estanque, con un soldado de juguete y una pelota roja y blanca. Lleva puesto un piloto rojo shocking, rojo vivo pero también violento, fatalmente violento.

Y ya en este comienzo se percibe la maestría y originalidad de Roeg para el montaje. Alterna planos largos, expectantes, con planos más breves, que descolocan y, a su vez, generan cada vez más tensión, y cortes abruptos. Manny Farber y Patricia Patterson así lo notaban para una escena posterior: “Una situación simple se deshace en aspectos subterráneos: ¿por qué debería tener un impacto tan perturbador el primer plano de un obispo elegante, del tipo de Rex Harrison, abriendo su sobretodo para tomar un pañuelo?” 1.

Pero no es el primer plano aislado el que posee ese poder; son los cortes, la combinatoria, los que consiguen el efecto de temor y temblor. Vemos al obispo caminar junto a John y Laura; hace un gesto de tomar algo de la solapa del abrigo y Roeg corta de inmediato a un plano detalle del torso del obispo, en el que vemos, en una fracción de segundo (como decíamos, la mixtura de duraciones diferentes y contrastantes es esencial), nuevamente el gesto de tomar algo del interior de la solapa del sobretodo, solo que ahora también llegamos a ver que toma un pañuelo; pero de inmediato hay otro corte, volvemos al encuadre abierto, en el que vemos, otra vez, el pañuelo en la mano siendo extraído, aunque ahora sí vemos completado el gesto (el obispo se lleva el pañuelo al rostro).

¿Por qué Roeg nos subraya ese gesto, nos lo indica? ¿Qué importancia puede tener? Ha de tenerla para justificar esa breve concentración en la maniobra de extracción del pañuelo. La película abunda en este tipo de subrayados aparentemente incomprensibles. Pero, con rapidez, nos damos cuenta de lo que ocurre. En realidad, no nos damos cuenta: es una sensación, algo pre-racional. Esta forma de montaje, que repite y reconcentra con cortes abruptos e inesperados y planos de duración media intercalados con planos de una fracción de segundo, nos sobresalta, nos descoloca, nos incomoda, incrementa nuestra tensión sin recurrir, necesariamente, a contenidos del plano particularmente perturbadores; simplemente, por ejemplo, a un obispo que toma un pañuelo inocuo y blanquísimo del interior de la solapa de su abrigo.

Hay, sí, un contenido o elemento que atraviesa la obra. Como decíamos más arriba, se trata del agua, y específicamente del agua estancada. Un estanque barroso en invierno, tras un chaparrón, desata la tragedia. Luego llega Venecia, la ciudad en la que John es contratado para restaurar una iglesia. Venecia también en invierno, gris, marrón, como de polvo humedecido eternamente. Cadáveres son extraídos de los canales. Ratas nadan en los bordes entre las callejuelas y el agua. El fantasma de la hija muerta retorna con la intervención de dos hermanas inglesas, una de ellas ciega y psíquica. Y los ojos de la ciega, celeste-grisáceos, desprovistos de pupilas, también tienen la “densidad de un acuario”, como Manny Farber y Patricia Patterson dicen del uso de la cámara y el montaje de Roeg.

1Manny Farber y Patricia Patterson (9 de septiembre de 1975), “Nicolas Roeg”, en Farber On Film: The Complete Film Writings of Manny Farber, editado por Robert Polito, The Library of America, 2009.

 

viernes 28 de octubre 20:30 hs.

Título original:
Director/a:
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Premiere:

Don’t Look Now

Nicolas Roeg

Reino Unido

1973

110′

35 mm.