Esta miniatura conceptual y sensorial reflexiona sobre la extraña relación y el complejo diálogo que existe entre el ser humano, la naturaleza y las máquinas. El corto surge de un estado de desazón y desconcierto, ante los movimientos en las grandes urbes. Sin que tendamos a darnos cuenta, nos desplazamos condicionados por cientos de máquinas. Mientras paramos a sacarnos una selfie, un Gran Hermano nos observa impasible y nos devuelve una imagen distorsionada sobre nosotros mismos, ¿a qué miramos y quién nos mira? ¿hacia qué miramos y hacia dónde nos miran?