CLAUSURA

Rosaura a las diez

Rosaura a las 10, la multiplicidad estilística

Por Agustín Durruty

Clásico absoluto del cine argentino, Rosaura a las 10 es una de las películas más complejas de los años del cine clásico. En principio, el film de Mario Soffici narra la historia del romance secreto entre el tímido e inseguro Camilo Canegato, uno de los huéspedes de la pensión La Madrileña, y la joven y hermosa Rosaura, una mujer enigmática con la que Camilo se comunica por medio de cartas. El descubrimiento del romance por parte de los demás inquilinos y de la dueña de la pensión, Doña Milagros, genera cierto revuelo, así como una serie de interrogantes en torno a la identidad de la misteriosa joven: ¿cómo es posible que un hombre como Camilo tenga una relación con una mujer como Rosaura?

Sin embargo, esta trama —que podría corresponder a una película típica de los años treinta o cuarenta— funciona como disparador de un relato que muta y se fragmenta para atravesar las múltiples capas de una historia caleidoscópica y en constante reescritura. La comedia costumbrista de enredos da pie a una enrevesada trama policial cuando un crimen obliga a diversos personajes a brindar sus testimonios. Ordenada en una estructura de flashbacks, la película está subdividida en los relatos de los personajes y sus distintos puntos de vista sobre una historia en la que los roles de víctima-victimario se van invirtiendo. Cada segmento está marcado por los límites de conocimiento y las marcas psicológicas de los personajes, con la ironía de que las instancias que vendrían a revelar el misterio son las más alteradas por subjetividades inestables que ponen en duda toda veracidad.

Pero lo más interesante es que estas derivas imprevistas de la trama dan lugar a una desenfrenada multiplicidad estilística, en una película que parece contener en sí misma los trayectos del cine argentino en las décadas previas y las tendencias entre las que se debatía a fines de los años cincuenta: la comedia costumbrista influenciada por el sainete y ambientada en conventillos, el regreso a cierto criollismo, el cine aburguesado de los años cuarenta, el drama con reminiscencias expresionistas y, también, el cine realista, en las escenas de ambiente gangsteril y prostibulario. Así, el primer segmento, relatado por Milagros, es un relato convencional según los estándares canónicos; el de Camilo, más afectado por sus impresiones subjetivas y su desequilibrio psicológico, atrae una saturación formal y disruptiva (similar a la de La casa del ángel); y, finalmente, el de Rosaura, de mayor impronta testimonial, presenta un realismo despojado de todo manierismo. 

A medida que la primacía de las adaptaciones de obras prestigiosas de la literatura universal entraba en declive, películas como La casa del ángel, El jefe y Rosaura a las 10 se volvieron claves para intentar explicar uno de los períodos más complejos de la historia del cine argentino. Entre la caída del sistema de estudios y la emergencia del cine moderno, estos films daban cuenta de un cine que, aún producido dentro de la industria, tomaba decisiones formales e incorporaba rasgos temáticos que resquebrajaban los modelos clásicos. En el caso de la película de Soffici, lo que la hace moderna no son tanto las características intrínsecas de cada segmento, sino su convivencia conflictiva. Toda esta serie de dualidades hacen a un film complejo que, en su final circular, procura mantener abiertos los interrogantes subyacentes a sus diversas capas narrativas, entre el impulso clasicista y el rupturista. ¿Cuál es realmente el eje central de la historia? ¿La fábula o su desmitificación?

domingo 30 de octubre 20:30 hs.

Director/a:
AÑO:
País
Duración:
Formato:

Mario Soffici

1958

Argentina

100′

35 mm.