“Veo todo”, dice ella como si fuera una maldición. Un rayo de sol, el cielo celeste claro. El mar sereno, enmarcado por una soga. Voces que zumban. Un momento de paz hasta que el mar emerge en vertical como una catarata. La gente en el en el agua grita, chalecos salvavidas, silbatos de emergencia. No hay más horizonte, ni cielo, solo la profundidad y nada de qué agarrarse. El tiempo se detiene, perpetuando el brutal presente. Ella graba para ganarle al cansancio, a la muerte, sólo para que quede algo. Amel Alzakout y Khaled Abdulwahed ofrecen un ensayo documental profundo y poético sobre la supervivencia de uno de los directores (Amel) durante el hundimiento del barco en el que huía de Siria.