Una ciudad extranjera, el espacio que la rodea, la vida cotidiana. Una acumulación de instancias experimentales que describen el habitar un paisaje postindustrial, el final de una historia de amor y la política de lo privado y lo público. Lo que comienza como una recolección espontánea, poco a poco se convierte en un registro narrativo de la vida íntima, ya que, sin saberlo en ese momento, la directora estaba también documentando el fin de su matrimonio y de su tiempo en aquella ciudad. La cámara, como dispositivo de registro y recolección, va más allá de evocar el pasado para convertirse en una herramienta para la apariencia y el exorcismo de los espectros.