Tati tiene 13 años y vive en la Isla Maciel junto a su padre, que apenas se ocupa de ella. Es una joven inestable, que no encaja en su ambiente y persigue el deseo de ser botera: un oficio realizado sólo por hombres, que está pronto a desaparecer. Mientras un joven le enseña a remar en el río podrido, la protagonista crece entre confusiones, pérdidas, y el despertar sexual. Una de las destrezas fílmicas más notorias de La Botera consiste en co-habitar las escenas con la gente y los espacios que se suceden en el barrio, presentándonos una narración que de fondo contempla tradiciones y complejidades de un entorno particular.