En una pequeña provincia del norte argentino, unos jinetes, guiados por la voz de un campesino, llegan a la casa del anciano y, simultáneamente, al relato de un hecho que le marcó la vida: la muerte de uno de sus amigos cercanos. Juntos, tienen la posibilidad de restaurar la memoria casi disuelta de ese hombre y encarnarla como propia. Compartiendo el relato, la experiencia individual se desplaza hacia una memoria colectiva. Los amigos asumen el rol de testigos de una experiencia marcada por la soledad pero también por la fortaleza de resignificar los vínculos cercanos.