Un niño y su madre se sientan en un coche de cartón frente a un paisaje pintado. Esta postal de su infancia es la que impulsa al artista chino Lei Lei a emprender un viaje por los rincones de la memoria. Junto con su estilo característico de collage melancólico, el tiempo entra y sale de su flujo habitual como capturas de pantalla. Las fotos encontradas en la web o en mercados de ferias, así como las imágenes de propaganda de la era Mao, y los fragmentos de la película Romance en Lushan Mountain aparecen en una sucesión, fundiendo la memoria individual y colectiva, como si fueran arrastradas por una máquina arcaica para explorar cómo la verdad está coloreada por la nostalgia.