“Be careful out there” sonaba al comienzo de cada episodio de la serie televisiva ochentera Canción triste de Hill Street. Un coche de gran cilindrada se adentra por una autopista mientras un búnker se niega a desaparecer en el olvido. Los ecos repetitivos de tiempos pasados llegan desde un mañana incierto al mundo residual, previsible y automatizado de Cosme, donde uno de sus empleados entra en pánico y huye quemando ruedas en un raid destructivo, como si una bestia lo persiguiera (algo que parece repetirse cada cierto tiempo). Tengan cuidado ahí fuera es una especie de cinta VHS que alguien se podría encontrar en un futuro no muy lejano ya partir de la cual se enterara de cómo éramos.