Un hombre camina furioso. La mirada fija, la seguridad en su andar, la prisa explosiva y la amenaza de la violencia constituyen sus movimientos. Bebe y fuma continuamente. Suelta golpes tan pronto se presenta la oportunidad. Su implacable enojo viril hace de la película una persecución. Los planos decididos proyectan las acción hacia adelante. El hombre busca a su esposa, quien lo ha abandonado. Su hijo pequeño sigue sus pasos guardando la distancia, acuciado por la fascinación, el miedo y el doloroso cariño filial. Juntos deberán recorrer 13 kilómetros en los abrasadores paisajes rurales. Bajo un calor sofocante, la tierra y las emociones humanas se entrelazan y resultan descaradamente palpables.