Siete siglos hechos piedra se desploman sin nostalgia alguna, en lo que dura un parpadeo. A la frecuencia variable de este parpadeo algunos la llaman Historia, otros lucha de clases, progreso, barbarie o cine. Si asumimos que la acumulación de parpadeos durante una vida es ciertamente alta, podemos concluir que pasamos buena parte de ella despiertos, aún con los ojos cerrados. Entonces, ¿no habremos, sobreestimado la capacidad de la imagen y de la visión como privilegiados proveedores de consciencia? ¿Cuántos aleteos del párpado serán necesarios para fijar en la mirada un mundo que se destruye así mismo?